La Capadocia la conforman las regiones Kayseri, Aksaray , Nidge y Nevsehir, para ser más exacta me centraré en el Valle del Göreme, que es la parte que visité. ¡Aquí comienza mi relato de Qué ver y hacer en La Capadocia!
Era de noche cuando tomé un autobús de Selkuk al Göreme , me llevaría a esa zona de la que tanto había escuchado hablar con anterioridad. No sabía a ciencia cierta como era, lo único que sabía es que tenía un largo viaje por delante y llegaría al amanecer.
Me dediqué a dormir, como todos los del autobús. A pesar de que contaba con internet y pantallas individuales, en donde pasan películas y música turca, las horas se vuelven tediosas. El tiempo pasó y, de pronto, comenzaban a asomarse unos rayitos del sol, que me obligaron a despertar. Mi panorama fue cambiando, parecía que entraba en un mundo surrealista, unos conos de piedra se comenzaban a divisar y cada vez eran más, de todos los tamaños, me daban ganas de bajar de autobús, y correr hacia esas cuevas para explorarlas. Tuve que suprimir ese sentimiento, más adelante lo podría hacer, pasaría ahí tres días. Lo que quería era llegar a mi hotel y dejar mis cosas para comenzar a conocer el lugar, como digo yo, sin kilos de más, es decir sólo yo y mi mochila.
Al bajar, había muchas personas de diferentes hoteles con transportes dispuestos para llevarte a ellos, como era mi caso (ya tenía hecha una reservación), y muy rápido me llevaron a mi hotel, era el Gultekin Hotel. El personal es muy amable, me recibieron con mucha calidez , antes de cobrarme o ver lo de mi reserva, me invitaron a desayunar. Una sorpresa me esperaba en la terraza, mientras desayunaba, había muchos globos aerostáticos sobrevolando el cielo, ¿qué mejor espectáculo que ese? ¡Se veía increíble! Fue una manera inesperada y extraordinaria de comenzar el día.
Göreme es increíble. Es un lugar en el que estás y te resulta difícil creer que esos paisajes existen en el mundo. Sólo estando ahí, viendo y tocando, pude convencerme de que no eran una mentira. La gente es cálida, todos se conocen y recomiendan unos a otros sus servicios al turista.
Créeme, nada te faltará si llegas a visitar ese lugar: vendimia, tiendas, mezquitas, restaurantes, mercaditos y agencias de turismo es lo que puedes ver, principalmente. Lo genial, es que todos los turistas y lugareños caminamos en Göreme y no es novedad encontrarnos en los mismos lugares. Algunas veces nos hacemos amigos, pues las caras ya nos resultan familiares y se van derrumbando las barreras.
Amanece temprano, y casi todos aprovechan las primeras horas del día para hacer un viaje en globo. Los hoteles del área ya tienen tratos con varias compañías que ofrecen el tour en globo. Checa que los pilotos estén certificados.
A pesar que yo no lo hice y solamente acompañé a alguien que viajaba conmigo a abordar su globo, es increíble ver todo el proceso del inflado del globo, el corazón late, todos por arte de magia se vuelven niños, todo sorprende, todo obliga a hacerse preguntas, pues se está a punto de vivir una gran experiencia.
Después de volar, mirar y descender de nuevo sana y salva, esto fue lo que me contó mi amiga: “Es maravilloso sentir el viento en tu cara y ver el amanecer desde lo alto, es un sentimiento de libertad y de equilibrio con la naturaleza” Recordé, en sus palabras, mi propio viaje en globo, y sentí eso que, en lo esencial, en lo profundo, nos une a los humanos: la emoción de contemplar más allá de nosotros mismos, la emoción de descubrir, de acceder a otras alturas y lugares, la emoción de, descubriendo, descubrirnos. Te recomiendo hacer un viaje en globo cuando puedas, es una de esas cosas que “tienes que hacer antes de morir”. 😀
El museo al aire libre.
En la entrada de Göreme se puede encontrar el museo al aire libre, se le conoce así porque los edificios, se encuentran al aire libre y no dentro de un edificio. Ahí puedes encontrar iglesias cavadas en cuevas y frescos rupestres en perfecto estado ( Hay que recordar que Turquía paso por épocas en el cristianismo estuvo presente). Merece mucho la pena ir, no te lo pierdas.
El camino rosa.
En la región de Göreme existe algo que se llama “el camino rosa”, debe su nombre a la roca de color rosa que varían en el tono y la intensidad de acuerdo a las condiciones del día, la estación y el clima. Consiste en caminar por el paisaje y ver unas casas- cuevas de las muchas que hay . Lo puedes hacer por tu cuenta, sin guías ni itinerarios; lo que debes de saber es que, desde que ese conjunto de viviendas fue declarado Patrimonio de la Humanidad las personas tuvieron que dejar sus cuevas y fueron reubicados a otros sitios. Pero, a pesar de ello, aún hay alguna que otra casa en la que todavía puedes ver a sus dueños. Cuando hagas el camino lo verás. Tienen señalización y te va diciendo por donde seguir. A lo largo del recorrido podrás ver sembradíos de uvas, duraznos y una especie de moras de color blanco. Disfruta de la caminata y del paisaje, acompaña tu caminata con tenis cómodos y una botella de agua, por el verano lleva una gorra o sombrero.
El inicio del camino se encuentra frente al llamado “Museo al aire libre”.
¡Comiendo Kebap de Cerámica!
En Turquía existen diferentes guisos que utilizan kebap – si estas más interesado en saber qué cosa es el “kebap”, te invito a ver mi post de Gastronomía turca , pero en esa región se vende algo conocido como “Kebap de Cerámica”: es, esencialmente, el mismo guiso, pero lo preparan con diferentes tipos de carnes y verduras, según tu preferencia. Es algo que solamente puedes encontrar ahí.
¡Me despido!
Durante ese día, tuve la sensación de que el tiempo se detuvo y comencé a viajar lento. Desde que había llegado a Turquía las cosas iban muy rápido: aviones, aduanas, autobuses, encuentros, desencuentros, tropiezos, hacía tiempo que había dejado la playa atrás y no, no la extrañaba. Estaba en un lugar espectacular.
Ahora ya tienes una propuesta de qué ver y hacer en La Capadocia un lugar donde los viajeros no van a entenderla, se va a admirarla. La vida muchas veces nos lleva por caminos extraños y… a mí me llevó hasta ahí. Como viajera, tenía que partir, mi viaje debía continuar, y mi siguiente parada era Estambul, pero antes de emprender de nuevo la ruta, era imprescindible sentirme feliz.